22 outubro, 2007

Compromisso com a realidade da catástrofe

Ricardo Piglia

Publicado em 1980, durante a ditadura militar argentina, Respiração Artificial, primeiro romance do argentino Ricardo Piglia, mergulha na história nacional e literária para encontrar um modo para falar do presente. O escritor passa a ser um misto de historiador e crítico literário, historicizando seu lugar de fala para poder dar conta de sua realidade. É claro que isso pode tornar a leitura de certa forma desprazerosa. O excesso de referências históricas e literárias pode parecer mero rebuscamento e uma contaminação por um discurso critico no que deveria ser “apenas um romance”.

Essa contaminação, porém, casa com o próprio projeto do livro: uma revisão da história nacional e literária da Argentina. Na verdade, “revisão” é uma palavra pouco adequada: as discussões sobre a história e a literatura argentinas encaminham-se muito mais para um dilaceramento dos mitos que as recobrem. Com isso, no entanto, a própria escrita de Respiração Artificial é posta em questão e fica esgarçada.

São vários narradores, os tipos de registros e as temporalidades inscritas no romance. De início, temos uma troca de cartas entre Emilio Renzi, um jovem escritor, e seu tio afastado da família, Marcelo Maggi, em que uma discussão sobre o passado familiar logo dá lugar às pesquisas históricas desse último. Depois de um longo monólogo do ex-senador Luciano Osorio, que nos é narrado ainda por Renzi, somos apresentados em seguida aos papéis de Enrique Osorio (avô do ex-senador), o fictício traidor e amigo de Rosas, ditador argentino do século XIX, e que é o objeto da pesquisa de Maggi. Por último, acompanhamos a viagem que Renzi faz a Concordia na intenção de encontrar-se com seu tio, porém, em lugar de um encontro entre os dois, o que temos é um longo diálogo entre o jovem escritor e Tardewski, um imigrante polonês que foi aluno de Wittgenstein antes da eclosão da Segunda Guerra.

É a partir desse personagem que aparece com mais força a imagem do fracasso, um dos temas da longa conversa que os dois travam. O fracasso seria o resultado dessa escrita, que vai se desfazendo, se expondo, se “descosendo”, para usar uma metáfora que retoma a proximidade entre “texto” e “tecido”. Todas as possibilidades aventadas durante a narrativa para um romance sobre a Argentina (romance epistolar; romance utópico; um romance feito somente de citações etc.) são executadas, questionadas, abandonadas e explodidas. As cartas que Emilio e seu tio trocam de início espelham-se nas cartas do futuro que Enrique Osorio escreve, e também nas cartas que Dom Luciano recebe no seu isolamento, também lidas pelo enigmático (seria um censor?) Arocena em busca de um sentido por trás (dentro?) da escrita.

A hipótese formulada no livro por Tardewski do encontro entre Kafka e Hitler talvez seja um dos pontos altos do livro. Numa narração que se pretende científica, mas que, por uma série de vicissitudes, constitui o próprio fracasso de uma verdade científica, pela impossibilidade de sua comprovação, a imagem desse encontro remete a um poder que se pode encontrar na ficção. O exemplo de Kafka serve para ilustrar um possível “poder premonitório” da literatura; contudo, o encontro fictício criado por Piglia em seu romance também afirma que a literatura possui, ou pelo menos deveria possuir, um compromisso com a realidade da catástrofe. Piglia encontra aí uma forma oblíqua de lidar com seu próprio momento histórico, em que dialoga não só com o presente, mas com seu passado literário, em especial com a tradição de Borges e Arlt.

O fracasso, seja da forma literária, seja das utopias da nação argentina, seja dos projetos pessoais dos personagens, é de onde esse livro extrai sua força. Através de um romance que desfaz os fundamentos da sua própria escrita, Piglia encena esses fracassos. Eles representam a falência de uma literatura e de um projeto histórico que precisam ser “descosidos” e postos pelo avesso para que possam, quem sabe no futuro, fazer algum sentido.


Vladimir Oliveira Santos.
Mestrando em Literatura Brasileira pela UnB.

Encontro da 6a. feira, 18.05.2007

14 setembro, 2007

Lazos a prueba de crisis

O segundo tempo

El recuerdo en cuanto movimiento ondulante, ese ejercicio propio de quien retoma un episodio vital para compartirlo, es el motor de O segundo tempo [El segundo tiempo (*)], de Michel Laub. Es de ese vaivén que el autor extrae la fuerza de su más reciente novela. El pulso de la historia circula en torno al 12 de febrero de 1989, día del Gre-Nal del Siglo, una partida de fútbol que debe su nombre al encuentro de los equipos Internacional y Grêmio. La cita ocurre en el estadio de Beira-Rio en Porto Alegre, después de dos años de victoria continua del Grêmio. ¿Qué lleva a un individuo a fijar un momento en la memoria? ¿Qué lo lleva a recordar para luego contar?

La escritura se inicia con una idea apocalíptica: “Hoy el fútbol está muerto, y dudo que alguien aún llore por él” (p. 11). En un país como Brasil, donde el deporte es digerido y alimentado popularmente como un rito (entendido el rito desde el punto de vista ceremonial como algo que se repite, que sigue un patrón), es poco probable que el fútbol muera. ¿Para quién sucumbe entonces? ¿Quién [o qué] se desplomó a los 15 años con la idea del “fútbol moribundo”? Un narrador adulto que siempre aparece sin nombre hilvana la historia. Es para él -un periodista que suscribe guiones educativos con seudónimo, hoy con 31 años- que el fútbol no existe más.

En el ensayo Escritura y secreto, la escritora argentina Luisa Valenzuela dice que “el olvido se presta para que los recuerdos demasiado repetidos y obvios retornen desde otra parte, elaborados” (2003: 60). Se acostumbra escuchar que esos “retornos elaborados” son psicológicamente saludables. Es posible que procesar los recuerdos ayude a encarar los miedos. Teniendo esto en mente -continúa la novelista- la distracción y la desmemoria abren lugar para la sorpresa, la asociación inesperada, el descubrimiento. Al recordar, el narrador de O segundo tempo mastica, rumia, revisita la sinuosidad de un pasado adolescente. Reflexiona y da una nueva lectura a la circunstancia que lo llevó a cruzar el puente hacia el mundo adulto.

El fútbol es la excusa de O segundo tempo. El tema, sin embargo, desborda el perímetro de la cancha y se afirma en la “fraternidad a prueba de crisis familiares" y no en las representaciones rivales [Caín y Abel] o incestuosas [Ana y André en Lavoura Arcaica, de Raduan Nassar] que rebosan las ficciones sobre hermanos. Sobrepasando la camaradería, esta novela deja traslucir la discusión sobre el nivel de compromiso, la capacidad de entrega, la opción por el más débil, las uniones decisivas y la consecuencia [ni tan aleatoria] de una elección.

La historia se construye sobre la base de una familia tradicional: un papá, una mamá, un hermano mayor y uno menor. Más adelante aparece la figura [femenina] que detona las rupturas. El entorno financiero que bordea la familia lleva a pensar una estructura mayor, también fracturada. Familia fracturada… ¿país fracturado? La idea del país fracturado es más notoria después de reparar en el entorno que provoca la quiebra de la empresa familiar [un mini-mercado y ocasiona la mudanza del grupo [de una casa a un apartamento pequeño]; en la venta o donación de la mayoría de los muebles, y en el despido inaplazable de la empleada de servicio.

El padre de los chicos [vendedor de pólizas ya en el 89, luego de la bancarrota del negocio propio] renuncia a la aseguradora y se marcha de casa ese 12 de febrero. Puertas afuera la ciudad hierve, todos han tendido sus sentidos al sol del Juego del Siglo. Hay embotellamientos en los túneles. El viaducto de la avenida Duque de Caxias continúa lleno de tiendas de cuero y revistas usadas. La Brigada Militar [a caballo] busca controlar el tráfico cercano al estadio. La Avenida Lima e Silva despide melancolía... la Venâncio Aires… la Olavo Bilac… la José do Patrocínio. Puertas adentro [y antes de que el mundo privado se desmorone] reina la discordia.

Acostumbrado a levantarse de madrugada, “el padre” llega abatido de las jornadas de trabajo. Sigue una rutina desgastada y sin salida: entrar a la casa, hablar en términos mecánicos (talleres, filtros, aceleradores) y sentarse a comer. El lector se encuentra frente a un señor de 50 años que creció en el interior de Brasil, desciende de una familia portuguesa, tuvo una formación rígida y soñó con ser dueño de una estación de gasolina. Se llama Marcos, pero sólo se sabrá al final. En esta historia los nombres casi no importan. Es como si la elección de cada adulto pesara mil veces más que el autor de la decisión. O como si ningún nombre pudiese aguantar tanto entuerto sobre los hombros.

A ella, a “la madre”, se le ve aguardando en la sala. Son horas y horas. Toma medicamentos a diestra y siniestra, asiste a terapia. Ya vivió colapsos que le impidieron salir de la cama. Llegó a ser el tipo de ama de casa que recibe al marido con el horno encendido y el plato en la mesa. Sus dedos están repletos de surcos por causa del detergente. Nunca discute, mucho menos explica, las causas del trastorno que la lleva a divisar el fin de la propia vida.

Versado en el fútbol de mesa y las historietas, el narrador [con 15 años] le traduce al hermano pequeño una parte del desequilibrio familiar. Sólo una parte porque la totalidad es casi inexplicable: reacciones del padre, cansancios, cobardías e inercias, discusiones, letargias, impulsos y chantajes, excusas y explicaciones omitidas. Pocas veces salió de Porto Alegre. De él se espera no más que una pobre escolaridad y un buen comportamiento: “Si quieres saber lo que yo hacía a los 15 años” -dice el chico- “si había una muchacha por la que me interesase, alguien a quien te dedicas sin exigir nada a cambio, que tienes miedo de perder no por motivos egoístas sino porque es una presencia que basta, que te impide pensar en lo que fue o puede haber sido, es ésta la respuesta que tengo para dar: yo frente al televisor, también mirando a Marcos Vinicius, aún la sombra del tiempo en que esperaba la semana entera para ir al estadio con papá” (LAUB: 2006, 52).

Finalmente está Bruno, sujeto de la discusión y único nombre que tiene completa relevancia desde el vamos. Con 11 años, Bruno es el pequeño de casa. El hermano que se debe proteger y que al mismo tiempo se inspira en el mayor vigilando sus preferencias. Cursa el 5° grado y se muestra interesado -desde siempre- en el fútbol.

Agua pasada, agua pisada
Si bien O segundo tempo conecta con frecuencia el campo y los afectos (tejido de delicadeza extraordinaria), una metáfora da forma a lo que el quinceañero comienza a sentir. Nilson, jugador del Inter (equipo que decide la partida) entra a la cancha con una rodilla lesionada. La banda está en la rodilla derecha pero la lesión está en la izquierda: “Nunca hablé de Nilson con nadie. De hecho, nunca hablé mucho sobre los errores del Gre-Nal del Siglo, sobre cómo ellos pueden haber influenciado los rumbos de aquel domingo, porque en general los cambios no son identificados apenas en un momento. Es un proceso(…) que comienza mucho antes y termina mucho después (**)” (LAUB: 2006, 25).

La razón por la que Marcos abandona a su familia tiene nombre y es delgada. Se llama Juliana. Es más joven que “la madre”. Se desempeña como funcionaria de un banco y fue trasladada de Porto Alegre a Goiânia en 1989. El instante en que Juliana, Marcos y el hijo de 15 años se conocen, en un mercado, es definitivo para comprender que ningún cambio sucede por arte de [estricta] magia. La confianza entre “el padre” y Juliana, a escondidas de la madre, despierta en el chico las nociones de familiaridad, de tiempo y de sospecha: “La conciencia emerge como espanto, después perplejidad, después un incomodo que se transforma en un impulso sin regreso, entonces por la primera vez decido hacer las cosas a mi manera” (p. 73).

Puede que sea ésta la acepción de “segundo tiempo” que el autor quiere salvar. No el segundo tiempo del partido, ni la trillada “segunda oportunidad”. Sino ese insight, ese instante de gracia, en que la duda queda hecha polvo. Con “el padre” en Goiânia es el chico de 15 años quien se encarga de Bruno y “la madre”. Recaen sobre él las compras del supermercado, los deberes del hermano, el pago de los servicios, la vigilancia de “la madre”. En síntesis: la manutención de una estructura para el hermano. Así, al evitar el abandono -y la repetición del modelo paterno- el hermano mayor trunca en Bruno la gestación de un trauma. De una situación que, sin duda, habría moldeado un carácter conflictivo. Si hay tragedia -parece decir este narrador- que por lo menos sea formadora.

Y es la derrota del Gremio lo que le lleva a vislumbrar el significado que una frustración (dada la expectativa de Bruno, una frustración infinita) puede tener en un ser humano de 11 años. El curso del fracaso que, buena parte de las veces, los adultos dejan correr sin noción aparente de las consecuencias. Lo que el narrador recuenta es el detalle de un avance, lo que se pregona en el epígrafe de Hanif Kureishi, en la página 7: “Quién sabe si cada día no debiese tener por lo menos una infidelidad esencial o una traición necesaria”.

Si el episodio es real o no, poco importa. No tanto por el anuncio minúsculo de la página que contiene los datos editoriales (“algunos de los eventos, personajes, referencias geográficas y secuencias cronológicas aquí descritos se fundamentan en la realidad, mas pertenecen al universo de la ficción. Esta obra no emite opinión sobre personas y hechos concretos”, p. 4) como por la sencillez con que nos vemos envueltos en los aprietos y ahogos de una familia de clase media, venida a menos, como muchas iles de las que nos rodean: "Escritores y escritoras sabemos de la confluencia de las aguas del lenguaje con las que se pretende confundirnos, y al escribir nunca nos confundimos. Buceamos en esas aguas, las exploramos en profundidad, buscamos los tesoros ocultos, alcanzamos con suerte la orilla del Secreto. Y no nos confundimos. ¿Cómo aprendimos a hacerlo? Leyendo ficción, pero a fondo, en los matices y entrelíneas, en las connotaciones, allí donde cierta verdad puede ser agazapada. En los silencios" (VALENZUELA: 2003, 57).

Notas:
(*) El libro no ha sido traducido al español.
(**) Las negritas son nuestras.

Referencias bibliográficas:
LAUB, Michel. O segundo tempo. São Paulo: Companhia das Letras, 2006.
VALENZUELA, Luisa. Escritura y secreto. Madrid: Cátedra Alfonso Reyes (Instituto Tecnológico de Monterrey) y Fondo de Cultura Económica de España, 2003.

Francismar Ramírez Barreto.
Periodista y Magister en Literatura Brasilera por la UnB.
Encuentro del viernes 14.09.2007.

24 agosto, 2007

Colóquio de interesse

Prezados colegas,

a continuação verão a programação do colóquio que coordenam as professoras Regina Dalcastagnè, Luciana Rassier e Rita Olivieri-Godet. Acontecerá a próxima semana, os dias 30.08.2007 (quinta-feira) e 31.08.2007 (sexta-feira), na Universidade de Brasília. O objetivo, segundo a minuta que a prof. Regina coloca na própria programação, será "abordar as diversas linhas seguidas e promovidas pela literatura surgida a partir da década de 1980, de modo a captar suas conseqüências no conjunto e no interior das obras literárias".

Durante o colóquio (ambos dias) também será possível assistir a uma exposição de pôsteres nos corredores do Depto. de Teoria Literária e Literaturas (TEL) e observar dados obtidos como resultado de amplas pesquisas realizadas pelo Grupo de Estudos em Literatura Brasileira Contemporânea da UnB, sobre poesia (sob coordenação da prof. Sylvia Helena Cyntrão), teatro (sob coordenação do prof. André Luís Gomes) e romance, conto, cinema e cordel (sob coordenação da prof. Regina Dalcastagnè).

Assistam e passem a voz.
Nos vemos por lá,

Francismar Ramírez B.

* * *

DESLOCAMENTOS E DIÁLOGOS
NA LITERATURA BRASILEIRA CONTEMPORÂNEA

DIA 30.08.2007 (5a. feira)
8h30. Abertura: reitor, coordenador de Pós-Graduação em Literatura, chefe do Depto., organizadoras.

9h30-12h00. Mesa 1: Literatura e outros lugares. Mediador: Rogério Lima (UnB).
* Configurações do espaço na Literatura Brasileira Contemporânea: Luis Alberto Brandão Santos (UFMG)
* Do refúgio ao refugo: a visão anti-idílica da natureza em contos de Clarice Lispector e Maria Judite de Carvalho: Ermelinda Ferreira (UFPE).
* Literatura em quadrinhos, quadrinhos na literatura: Andrea Saad Hossne (USP).
* O(s) lugar(es) da poesia -(Muito) além do livro: Adalberto Müller (UnB).

12h00-14h00. ALMOÇO.

14h30-17h00. Mesa 2: Literatura e outras culturas. Mediador: Robson Coelho Tinoco (UnB).
* Escritura híbrida e identidades compósitas em Salim Miguel: Luciana Wrege Rassier (La Rochelle).
* A busca do outro no processo de formação do escritor. O diálogo de Salim Miguel com os escritores africanos nos anos 50: Juliana Marçano Santil (Institut d'Études Politiques de Bordeaux).
* Salim Miguel: luz e sombra em relatos da imigração: Maria Zilda Ferreira Cury (UFMG).
* Exílio e poente. A ficção de Milton Hatoum: Maria Isabel Edom Pires (UnB).

18h30-20h00 (Auditório da Reitoria). Mesa de escritores. Mediadora: Sulvia Helena Cyntrão (UnB).
* Ana Miranda.
* Salim Miguel.

20h00 (Salão de Atos da Reitoria). Coquetel de lançamentos e sessão de autõgrafos. Edição francesa do livro 1° de abril, de Salim Miguel, com tradução de Luciana Wrege Rassier; O sabor da fome (contos) e A voz submersa (romance), de Salim Miguel; La littérature brésilienne contemporaine de 1970 à nos jours, organizado por Rita Olivieri-Godet; a Revista Estudos de Literatura Brasileira Contemporâena N° 29 (com dossiê sobre "escritas da violência"), e a Revista Cerrados N° 23 (com dossiê sobre "tradução de obras francesas no Brasil").

DIA 31.08.2007 (6a. feira)
9h00-11h30. Mesa 3: Literatura e alteridade. Mediador: João Vianney Cavalcanti Nuto (UnB).
* Alteridade invisível. O índio em Nove noites, de Bernardo Carvalho: Rira Olivieri-Godet (Rennes 2).
* Malabares: o intelectual e as fronteiras deslizantes: Ivete Walty Camargos (PUC-Minas).
* Experiências recentes da poesia brasileira. Mudanãs de paradigma?: Iumna Maria Simon (USP).
* Um território em disputa. Representação e auto-representação de grupos marginalizados: Regina Dalcastagnè (UnB).

12h00-14h00. ALMOÇO.

14h30-17h00. Mesa 4: Literatura e mulher. Mediador: André Luís Gomes (UnB).
* Identidade e bastardia feminina em Lya Luft e Milton Hatoum: Leonardo Tonus (Université Paris Sorbonne - Paris IV).
* Gênero e etnia, história e ficção na produção literãria de nisseis brasileiras e estadunidenses: Cristina Stevens (UnB).
* De volta para casa, ou O caminho sem volta de três mulheres do Brasil: Simone Schmidt (UFSC).
* Narrativas de formação contemporâneas. Uma questão de gênero: Cíntia Schwantes (UnB).

17h15-18h00. Mapeamento da literatura brasileira contemporânea.
* Regina Dalcastagnè;
* André Luís Gomes.
* Sylvia Helena Cyntrão.
* Maria Isabel Edom Pires.

11 abril, 2007

El drama profundo de José María Arguedas

José María Arguedas

Desde la primera hasta la última letra, desde la única noche que su protagonista pasa en la gran ciudad (El Cuzco) hasta los días en el interior de la montaña (en el poblado de Abancay), la novela Los ríos profundos -de José María Arguedas- encara el tema de la intolerancia racial en Perú. El foco de la historia es una guerra secular que se viene arrastrando desde la época feudal (esto se confirma al descubrir que el pueblo de Abancay se construyó sobre una antigua hacienda).

El narrador-protagonista es un niño paria, un desarraigado. Se llama Ernesto y es hijo de blancos. Fue criado por indios pero volvió al mundo blanco el día que su padre (un errante abogado de provincias) decidió dejarlo en el internado católico de Abancay. Con sus observaciones, Ernesto le da relieve a hechos dolorosos como la hipocresía de los curas del colegio (y en general del catolicismo), la jerarquía de clases, la humillación que sufren los indios (peor cuando se trata de mujeres), la brutalidad de sus compañeros de escuela y la realidad aplastante de los blancos como “señores avaros”.

El espíritu de Ernesto se encuentra en un entrecruzamiento, en la coexistencia catastrófica de dos mundos hostiles y sanguíneos. Para contrarrestar la violencia, el joven se dedica a la belleza, al diálogo no apenas metafísico con la naturaleza. El vuelo de las aves, el sonido de una campana, los lagos de las altitudes peruanas, el canto de los árboles, cada río, todo se opone a la rabia contagiosa. La descripción ceremoniosa del escenario andino, la explosión sensorial y la transferencia de características humanas, hacen del paisaje otro personaje. Uno con el que incluso es posible comunicarse.

Como sugiere Mario Vargas Llosa en La utopía arcaica, da la impresión de que el orden humano es sustituido por el orden natural. Arguedas (1911-1969, en la foto) se dedica por igual a las descripciones de árboles y muros que a las injusticias del desencuentro. La precisión con que observa los tipos humanos (el pongo, el colono, el concertado, la mujer mestiza, la chichera, el hacendado) denota un cierto didactismo. Su intención parece ser contrarrestar el lugar común de la presencia indígena peruana, el estereotipo de la cultura quechua. Por momentos da incluso la impresión de que su trabajo narrativo fluctúa entre la etnografía y la ficción.

¿Es Los ríos profundos una novela indianista? ¿Una novela "de formación"? ¿O acaso "de deformación"? ¿Recuenta los residuos de la cultura precolombina? ¿O los de la concepción precolombina de la naturaleza? Seguramente es todo esto y también la realidad caduca y retrógrada (destinada al atraso), descrita a partir de la figura de un niño nómada que es tildado de “loco”, “tonto” y “vagabundo” (al final de forma casi benevolente, para señalar su sana y particular comunión con el pueblo indígena).

Francismar Ramírez Barreto.
Periodista y Magister en Literatura Brasilera por la UnB.

Encuentro del viernes 30.03.2007.

Sobre "Contos do Imigrante"

Aí está um link para um artigo sobre o livro do Rawet.
Eu achei bem interessante.
http://www.pacc.ufrj.br/literatura/polemica_stefania_chiarelli.php

Adriana.